Revista de la Academia de Derecho Fiscal del Estado de Baja California
papel rector del Estado como administrador de la demanda, por la vía fiscal y
monetaria, como empresario, planeador, promotor del desarrollo y
benefactor social. En México y América Latina, esas propuestas fueron
adoptadas por el estructuralismo.
La crisis de la década de los años setenta del siglo XX tuvo tres
consecuencias: el fin del orden mundial surgido con los acuerdos de Bretton
Woods; la quiebra del paradigma económico dominante –el keynesianismo y el
estructuralismo latinoamericano- ante sus limitaciones para ofrecer salidas al
atolladero sistémico del capitalismo y a las crisis fiscales de los Estados, y la
emergencia de los gobiernos neoconservadores y de la aplicación de la teoría, la
ideología y la praxis neoliberal “globalizada” actualmente dominante.
En el ámbito político, el cambio trascendental fue el ascenso en 1979 de
Margaret Thatcher en el Reino Unido y dos años después el de Ronald Reagan en
Estados Unidos. Esos regímenes fueron los artífices del llamado neoliberalismo
que después se entronizó en los demás países desarrollados y subdesarrollados.
En 1981 en plena recesión inflacionaria, se realizó en Canadá la reunión del
Grupo de los Siete, que impuso el monetarismo como el credo económico
mundial, decisión ratificada en 1985 durante la reunión anual del Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial en Corea del Sur. Dichos
regímenes desecharon el keynesianismo. Para tratar de reducir los precios
emplearon recetas monetaristas, entre ellas la astringencia fiscal y monetaria.
Según la escuela monetarista (Milton Friedman), el gasto público es la causa
de la inflación, lo que explica su énfasis en alcanzar un presupuesto balanceado.
Para ello se sugiere: el recorte de impuestos a las personas físicas de altos
ingresos y a las empresas, y del gasto en bienestar social. Supuestamente, la
baja impositiva aumentaría el ahorro, la inversión y el crecimiento, generando
mayores ingresos públicos que compensarían la caída en los ingresos fiscales y
evitarían así un mayor déficit público. Sin embargo, las profecías del vudú
económico, no se cumplieron, y en cambio aumentaron los déficits fiscal y
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